El sonido del viento que anunciaba la llegada del metro a la estación Parque Lisboa opacó las palabras de la mujer; a unos cuantos centímetros, él la miraba con desgano y desenfado. Tenía la mirada perdida y sólo escuchaba un balbuceo insistente.
“Siempre es lo mismo”, pensó mientras sus ojos se posaban sobre su pequeña hija, a quien tomó tiernamente de la mano, la acercó hacia sí y le dio un beso en la cabeza. “Te amo”, dijo en voz baja. “No me importa lo que ella piense de mí”, agregó mientras hacía esfuerzos sobrehumanos por gritarle a su esposa que por favor se callara.
Once upon a time you dressed so fine / You threw the bums a dime in your prime, didn't you? / People'd call, say, "Beware doll, you're bound to fall" / You thought they were all kiddin' you / You used to laugh about / Everybody that was hangin' out / Now you don't talk so loud / Now you don't seem so proud / About having to be scrounging for your next meal.
Alice le lanzó la peor de sus miradas, y siguió con el regaño… Iñaki se sintió incómodo, sólo contuvo el llanto y con la voz quebrada se dirigió a la pequeña Miranda. “Vamos mi amor, llegando a casa haremos una crepa con nutella. ¿Te parece? ¿Te gusta la nutella?”, preguntó al oído de la pequeña. La sonrisa de la niña lo alivió.
- ¿Me estás ignorando verdad?
- Le pregunté a la niña si quiere una crepa, es todo
- ¡Por eso, me estás ignorando!
- No... sólo estaba hablando con la niña
Los reclamos continuaron. Iñaki, como siempre, optó por quedarse callado, aguantarse las ganas de llorar y aflojar poco a poco el nudo que sentía en la garganta. No entendía cómo era posible estar con esa mujer que aprovechaba cualquier momento para sobajarlo y reclamarle cuanto podía. Le dolía aceptarlo, pero aún así la amaba y eso hacía que se sintiera todavía peor.
- ¿Acaso crees que siempre va ser así?
- …
- ¿Iñaki, lo crees?
- …
- ¡Contéstame! Y no empieces con tus jodidas lágrimas. ¡Se fuerte!
- …
How does it feel / How does it feel / To be without a home / Like a complete unknown / Like a rolling stone ?
“Ese es tu problema, ya tienes 35 años y eres igual de débil que un adolescente. Vas a llegar a los 40 y vas a depender otra vez de tus padres con todo y una hija, porque yo ni creas que voy a estar toda mi vida con alguien como tú. Nunca vas a hacer nada de tu vida, nunca pasarás de lo que eres porque siempre te quedas callado, no contestas. ¡Reacciona carajo!”, gritó Alice encolerizada ante la mirada perdida de su pareja.
Poco le importaban a la mujer las miradas de extrañeza de los pasajeros. Sólo su razón valía y sus excusas eran válidas. Solía creer que siempre hacía las cosas de la mejor manera posible. Nunca estaba conforme con nada, pero tampoco se esforzaba mucho para que todo cambiara.
Iñaki no pudo más y los ojos se le vidriaron. No eran lágrimas de tristeza, eran de coraje, de contener las ganas de gritarle, de contestarle. Su rostro estaba enrojecido y no sabía si era por la pena que sentía al ser partícipe de tal escena, o por haberse aguantado el llanto.
Cuando su esposa lo notó vino el reclamo y la cascada de reproches. Él se secó los ojos volvió a mirar Miranda y le sonrió dulcemente. Los ojos de la pequeña cambiaron su expresiva alegría por una mirada de duda.
You've gone to the finest school all right, Miss Lonely / But you know you only used to get juiced in it / And nobody has ever taught you how to live on the street / And now you find out you're gonna have to get used to it / You said you'd never compromise / With the mystery tramp, but now you realize / He's not selling any alibis / As you stare into the vacuum of his eyes / And say do you want to make a deal?
Él no dijo nada. Sólo se dedicó a recapitular todas las veces que su esposa lo había hecho sentirse mal y los argumentos que ella daba para reprochar su reacción: era más cómodo criticar, llorar sólo por algo que “de verdad” valiera la pena, culpar a los demás de las grandes limitantes en la capacidad para hacer su trabajo y achacar su mala racha al desamparo que le había causado la muerte de su padre.
“Sus putos argumentos de siempre”. Como si Alice leyera sus pensamientos, quiso revirar y sólo atinó a decirle que ella era dura con él por su propio bien, para que nadie se metiera con él ni lo lastimara. “Como si fuera yo un niño, ¡jódete puta!”, pensó con rencor.
Cuando el metro llegó a Plaza España, su pulso se aceleró pues sabía que la discusión o, por lo menos, los malos modos seguirían. Y la historia sería la misma de siempre: reproches, palabras hirientes, lágrimas que eran justificadas “por cosas que valen la pena”, más insultos y finalmente el cambio drástico tratando de arreglar las cosas.
Así fue. Iñaki se sabía el script a la perfección y quizá por eso sentía más cólera, pues a pesar de ello las palabras de su esposa le dolían cada vez más e indudablemente terminaba masacrado en lo anímico.
How does it feel? / How does it feel? / To be on your own / With no direction home / Like a complete unknown / Like a rolling stone?
La historia era la misma: tras el discurso histérico vendrían las lágrimas “justificadas” de Alice, el tenso mutismo por varias horas, el aislamiento de la mujer en su recámara y la soledad de Iñaki con la pequeña Miranda, quien con una mirada inocente le preguntaba a su padre el por qué de su llanto.
Una sonrisa era la respuesta de siempre y así transcurrían casi todas las tardes: la mujer encerrada, librando una batalla con muchos demonios que se negaba a aceptar, mientras esposo e hija permanecían sentados en el sillón, mirando el televisor y abrazados.
Al caer la noche, invariablemente venía el arrepentimiento, cuya brecha se abría con el trillado “¿Podemos hablar?”. Sumido en sus pensamientos, mientras contemplaba a su hija dormida, Iñaki sabía que ese día el límite había sido rebasado. Le dolía y mucho.
Un golpe profundo al cigarro. Humo. Pensamientos. Dudas. Otra fumada. La luz tenue de la lámpara en la sala parecía ser la única guía en el camino que desde hacía varios meses había aparecido en su cabeza.
You never turned around to see the frowns on the jugglers and the clowns / When they all come down and did tricks for you / You never understood that it ain't no good / You shouldn't let other people get your kicks for you / You used to ride on the chrome horse with your diplomat / Who carried on his shoulder a Siamese cat / Ain't it hard when you discover that / He really wasn't where it's at / After he took from you everything he could steal.
“¡Qué jodido eres, Iñaki!”, pensó. Sus manos estaban frías y su mente saturada de imágenes e ideas que, lejos de ayudarle, lo confundían cada vez más; sin embargo, sabía que era el momento de actuar, de comenzar el recorrido a través de ese camino o seguir soportando los reproches de Alice.
Él lo sabía. En poco tiempo ella saldría de la habitación con una mueca que aún o podía descifrar; un gesto que mezclaba un rictus de conformismo, indignación y arrepentimiento coronado con una sonrisa que siempre le había parecido fingida. El ruido de la perilla lo trajo a la realidad.
“¿Podemos hablar?”. Una bocanada de humo fue la respuesta. “Mira, sé que suelo ser muy dura contigo, que soy muy hija de la chingada, pero por favor entiéndeme yo…”. Bla,bla,bla. Las palabras comenzaron a perderse. Iñaki miraba a Alice con aparente atención, la veía a los ojos, pero no entendía nada de lo que decía. Miró hacia la ventana y con la mano le hizo señas para que se callara.
Alice se encolerizó y nuevamente los reclamos e insultos aparecieron. Él ya no la escuchaba, centró su vista en Miranda y con los ojos vidriosos le pidió perdón en silencio al tiempo que la mujer lo jaloneaba y lo sacudía por los hombros; tras ello vino un intenso ardor en la mejilla y el detonante ideal.
El golpe fue seco, perfecto. Sólo fue uno, pero cargado de sentimiento de rencor, de fastidio e irónicamente, de liberación. Alice se quedó muda. Tras ello vino otro que, más que dolerle físicamente a la mujer, la derrumbó del pedestal.
How does it feel? / How does it feel? / To be on your own / With no direction home / Like a complete unknown / Like a rolling stone?
La mirada de odio cimbró a Alice. El semblante de Iñaki había cambiado por completo. “¡Eres una hija de puta! ¿Lo sabes, verdad?”, preguntó con rencor mientras tomaba a la mujer por los cabellos y la metía a la habitación.
“¡Escúchame bien cabrona!, si lo que querías era un marido que te ponga en la madre porque extrañas a tu padre, ¡felicidades! Ya lo tienes aunque sea por un instante”, dijo Iñaki al tiempo que la lanzaba a la cama.
- Y ganas de madrearte no me faltan, pero no soy igual que tú y sólo quiero que te grabes una cosa: si lo que extrañas es tu hogar y las golpizas que tu madre recibía, más vale que comiences a busca por otro lado, ¡hija de puta!
Princess on the steeple and all the pretty people / They're drinkin', thinkin' that they got it made / Exchanging all precious gifts / But you'd better take your diamond ring, you'd better pawn it babe / You used to be so amused / At Napoleon in rags and the language that he used / Go to him now, he calls you, you can't refuse / When you got nothing, you got nothing to lose / You're invisible now, you got no secrets to conceal.
Alice estaba atónita y lloraba. No sabía si su mutismo se debía a la reacción de su marido o al ardor que ya no sólo sentía en la cara, sino también en el alma. Iñaki no dijo más. Cogió su abrigo y azotó la puerta.
Afuera, Miranda permanecía de pie en medio de la sala. Los ruidos la habían despertado. Iñaki la miró, la cargó y lloró en silencio junto a ella.
- Vámonos mi amor. Algún día lo entenderás…
How does it feel? / How does it feel? / To be on your own / With no direction home / Like a complete unknown / Like a rolling stone?
Las luces de los coches golpearon su rostro. Compró un dulce para Miranda, la miró al rostro y le dio un beso en la mejilla. El día agonizaba y, con él, también moría un amor enfermizo que lo había esclavizado al punto de no dejarlo ser él mismo.