Pasión en tres tiempos



Prefería no pensar cuánto tiempo había pasado desde la última vez que lo había visto; de hecho, en sus pensamientos no había otra cosa más que su imagen portentosa y magnífica, una estampa que amaba y que la hipnotizaba cada vez que se veían.

She comes in colors everywhere / She combs her hair / She's like a rainbow / Coming, colors in the air / everywhere / She comes in colors

Lo suyo era un romance de mucho tiempo, una idea y una expresión descabellada para las personas que conocían la dulce mirada de la hermosa mujer en la que se había convertido. No le importaban los secretillos y vociferaciones, ella lo amaba desde que era una niña y jamás dejaría de hacerlo. ¿Amor eterno?, quizá.

Sin darse cuenta, la niña creció y el sentimiento se hizo más profundo. Los encuentros entre ambos fueron cada vez mayores; sin embargo, el amor aunque explícito, aún no explotaba al máximo. Fueron el tiempo y la necesidad mutua quienes perpetuaron una unión para muchos incomprensible y difícil.

She comes in colors everywhere / She combs her hair / She's like a rainbow / Coming, colors in the air / Oh, everywhere / She comes in colors

Esa noche, como muchas otras veces, lo vio a lo lejos y la piel se le erizó. Recorrió el lugar hermosamente iluminado y fue hasta el fondo del sitio, donde él se encontraba como siempre, aguardándola con una espera serena, pues sabía que indudablemente ella no faltaría a la cita. La seguridad que ambos tenían de aquel amor que se profesaban nada la podía quebrantar.

Ella lucía un precioso vestido azul marino que delineaba una figura casi perfecta. El tenue maquillaje resaltaba los rasgos de aquella carita que involuntariamente se sonrojaba al verlo. Los labios carmesí brillaban deliciosamente al tiempo que ella los mojaba presa de la ansiedad de estar juntos.

Have you seen her dressed in blue? / See the sky in front of you / And her face is like a sail / Speck of white so fair and pale / Have you seen a lady fairer

El lugar se inundó de una fabulosa mezcla de aromas. El de ella dulce, parecido al de mil flores que en estricta coordinación, habían donado hasta la última gota de su esencia para refrescar su piel blanca y tersa; mientras él, aunque discreto, olía a finas maderas y su piel lucía bronceada por esencias y aceites finos.

La mirada hipnotizada de la chica era imperturbable. Sus ojos recorrían lentamente a su amado mientras reflejaban un brillo extraño, quizá exótico. “¡Así brilla el amor!”, leyó alguna vez en alguna revista y le había parecido cursi. Se habría sentido apenada por haber pensado tal cosa si en ese preciso momento hubiera visto el antifaz de su rostro.

Y aunque algunas veces pensaba que él era indiferente y seco a todas sus muestras de cariño, eso poco le importaba. En el fondo sabía que el amor entre ambos era igual de intenso, pues una vez unidos, parecían estar hechos el uno para el otro.

She comes in colors everywhere / She combs her hair / She's like a rainbow / Coming, colors in the air / everywhere / She comes in colors

Las luces bajaron de tono delicadamente. Una escena de película o al menos así lo sentía ella. Sabía que era la señal inconfundible y única para acercarse, para estar de nuevo a su lado y fundirse en un solo espacio y tiempo en donde el universo parecía detenerse, piadoso de la muestra afectiva de dos personajes que estaban predestinados a permanecer juntos por siempre, sin importar en qué época, lugar o situación se reencontraran.

Cuando estuvo frente a él sonrió tímidamente y con voz muy baja dijo: "Hola". Sabía que no habría respuesta, o al menos no de una forma audible, pues entre ellos no existían palabras y diálogos, sólo una comunicación espiritual que los acercaba aún más.

Have you seen her all in gold? / Like a queen in days of old / She shoots colors all around / Like a sunset going down / Have you seen a lady fairer

Con delicadeza y muy lentamente lo tocó con sus pies. Cada movimiento tenía una estética de tal magnitud, que la luna envidiaba la elegancia y precisión de cada uno de los movimientos que la mujer daba.

Los acordes musicales, suaves, sincronizaban a la perfección cada caricia entre ambos, a la vez que bañaban el ambiente con un éxtasis indescriptible y embellecían una postal que quizá ningún artista habría podido pintar. Con sus manos lo tocó tiernamente y le agradeció haberla recibido. La música subió de intensidad y los movimientos de ella cobraron mayor fuerza y velocidad sin perder una gracia innata que estremecía a quien se atreviera a mirar.

Sus piernas, hermosas, ya no estaban conectadas a su mente, se movían por sí solas, hechizadas, mágicas. El Duende. Así llaman a ese sentimiento.

Conforme los segundos pasaban, los movimientos lucían más frenéticos y no por ello perdían estética. Los brazos trazaban hermosas formas en el aire y construían mil reinos que se conectaban con el infinito.

She comes in colors everywhere /She combs her hair / She's like a rainbow / Coming, colors in the air / Oh, everywhere / She comes in colors

Las manos moldeaban hadas que, preciosas, volaban con tal gracia que inclusive la persona más dura se habría conmovido ante tal espectáculo.

Su cintura era el eje creador de todo ese mundo de fantasía. Desde ella se originaban cada idea y movimiento, principales constructores de un reino de ensueño que, desde niña, había cultivado en su imaginación, un imperio edificado entre nubes, luz y aire en donde ella era la emperatriz absoluta.

La música comenzó a descender lentamente. Un escalofrío recorrió la columna vertebral de aquel ángel iluminado en medio de la gran oscuridad, al tiempo que su ritmo cardiaco se calmó en forma gradual y su respiración se apaciguó.

Los acordes musicales se perdieron lentamente en su cabeza, en medio de un eco que prolongaba más el deseo de volver a estar unidos en un mismo sitio. Respiró hondamente y sintió cómo un extraño calor la envolvía y hacía brotar su esencia mezclada con el perfume.

La oscuridad inundó el lugar y la tristeza la envolvió; sin embargo, segundos después un túnel se abrió y la luz de la esperanza apareció tiernamente. Era una señal.

La ninfa inclinó lentamente su torso y suavemente tocó a su amado con las yemas de sus dedos. Una lágrima brotó de sus ojos y se estrelló contra la piel bronceada de su gran amor. Con ternura le susurró un "te amo".

She's like a rainbow / Coming, colors in the air / Oh, everywhere / She comes in colors…

Los aplausos cortaron su idilio. Al incorporarse notó como una lluvia de pétalos caía sobre ellos. El clamor de la gente la trajo de nuevo a la realidad y un ramo de flores dedicado especialmente a ella la hizo llorar de felicidad.

Entre la multitud buscó a sus seres queridos y los saludó desde la lejanía. Otra lluvia de aplausos fue el preludio a una nueva reverencia por parte de ella. El telón cayó y en medio de la oscuridad, escenario y bailarina se despidieron.

Había nostalgia entre ambos, pero sabían que muy pronto volverían estar juntos para brindar magia a través de movimientos y uniones sincronizadas por la armonía de alguna bella melodía. Después de todo, esa era la verdadera y más sincera forma que ambos tenían para decirse Te Amo.


En cursivas: She´s like a rainbow, The Rolling Stones; Their Satanic Majesties Request, 1967

(A Elizabeth Quintana. Gracias amiga, por estar ahí , por inspirar este relato y por todo lo que sobra decir)

Papel higiénico paliativo


¿A cuántas personas nos gustaría mandar a la mierda y sin embargo no podemos? Seguro que por nuestra mente se cruzan al menos cinco nombres y el hecho de no poder mandarlos obedece a distintos órdenes que van desde lo social, lo ideológico y lo afectivo.


Por lo mismo, solemos recurrir a otros métodos no tan convencionales y directos como gritar: “Oye tú, fulano o mengana, vete a la mierda y hazlo ya”; sin embargo, es innegable que hemos cultivado una gran cantidad de gestos sutiles que denotan nuestra intención.


El tema viene a raíz de la magnífica idea (el adjetivo no es exagerado, créanme), que tuvo María Vázquez, una empresaria cubana radicada en Miami, quien para beneplácito de los simpatizantes del movimiento antichavista, lanzó a la venta un papel higiénico estampado con la cara de Hugo Chávez, mandatario de Venezuela.


Así que, quien quiera “mandar a la mierda” a Hugo Chávez, ahora puede hacerlo de forma literal, pues los rollos con el material sanitario pueden comprarse a través de la página de internet impactocna.com.

Lo mejor de todo es el nombre del producto, pues la emprendedora cubana tuvo el acierto de bautizar a su creación con el nombre de “El socialismo del siglo XXI”, un claro homenaje a las políticas de Chávez, una figura polémica y que causa más odio que admiración.


No es que me declare una persona en contra de Chávez, la Revolución, o la Izquierda; de hecho, la Derecha me desagrada tanto o más como su némesis político, pero debo aceptar que sentí gran regocijo cuando vi el producto en internet y, más aún, cuando comprobé que pese a su precio (ocho dólares con 99 céntimos), “El socialismo del siglo XXI” ya es un gran éxito comercial.


Pensé en lo catártico que podría ser el asunto para todos aquellos venezolanos exiliados de su propia tierra por el simple hecho de estar en contra de un hombre que, según denotan sus propias acciones, ha perdido la cordura y ha actuado de forma tiránica, imponiendo una forma de pensamiento torcida que sólo responde a su codicia, sed de poder y a su ideología mezquina.


Imaginé lo mucho que disfrutarán todos los detractores que compren un paquete del peculiar papel higiénico, arrojen un pedazo de “El socialismo del siglo XXI” y tiren del retrete… la sonrisa simplemente aflorará, natural, sincera y con un rictus que mezclará el placer con el sarcasmo.


Es una pena que este producto no vaya a llegar a territorio venezolano, pues entre muchas cosas representaría un paliativo emocional para los opositores del régimen chavista y una bofetada con guante blanco para los simpatizantes del mandatario y demás idealistas de una izquierda podrida, distorsionada y obsoleta.

Y me refiero a esos que suspiran por los ideales surgidos a raíz de la Revolución cubana, que enaltecen a los caudillos de cartón y que, sin embargo, se pasean por las mejores ciudades de América, Europa y el mundo entero con el estandarte de: soy liberal.


Sería bueno anotar en una lista a cuántos de esos conocemos y, de entrada, mandarles como regalo de cumpleaños o Navidad, un paquete de “El socialismo del siglo XXI”, sin duda un gran acierto de una cubana que vivió exiliada en Venezuela, huyendo de las políticas y el yugo castrista.


Para su mala suerte, con el tiempo se encontró en la misma situación, sólo que con nombre y lugar distintos; con una cara más joven que la de Fidel Castro: la de Hugo Chávez, rostro que ahora podrá recibir, de forma indirecta, todo lo que se merece.


Al tiempo...


El sonido del viento que anunciaba la llegada del metro a la estación Parque Lisboa opacó las palabras de la mujer; a unos cuantos centímetros, él la miraba con desgano y desenfado. Tenía la mirada perdida y sólo escuchaba un balbuceo insistente.

“Siempre es lo mismo”, pensó mientras sus ojos se posaban sobre su pequeña hija, a quien tomó tiernamente de la mano, la acercó hacia sí y le dio un beso en la cabeza. “Te amo”, dijo en voz baja. “No me importa lo que ella piense de mí”, agregó mientras hacía esfuerzos sobrehumanos por gritarle a su esposa que por favor se callara.

Once upon a time you dressed so fine / You threw the bums a dime in your prime, didn't you? / People'd call, say, "Beware doll, you're bound to fall" / You thought they were all kiddin' you / You used to laugh about / Everybody that was hangin' out / Now you don't talk so loud / Now you don't seem so proud / About having to be scrounging for your next meal.

Alice le lanzó la peor de sus miradas, y siguió con el regaño… Iñaki se sintió incómodo, sólo contuvo el llanto y con la voz quebrada se dirigió a la pequeña Miranda. “Vamos mi amor, llegando a casa haremos una crepa con nutella. ¿Te parece? ¿Te gusta la nutella?”, preguntó al oído de la pequeña. La sonrisa de la niña lo alivió.

- ¿Me estás ignorando verdad?
- Le pregunté a la niña si quiere una crepa, es todo
- ¡Por eso, me estás ignorando!
- No... sólo estaba hablando con la niña

Los reclamos continuaron. Iñaki, como siempre, optó por quedarse callado, aguantarse las ganas de llorar y aflojar poco a poco el nudo que sentía en la garganta. No entendía cómo era posible estar con esa mujer que aprovechaba cualquier momento para sobajarlo y reclamarle cuanto podía. Le dolía aceptarlo, pero aún así la amaba y eso hacía que se sintiera todavía peor.

- ¿Acaso crees que siempre va ser así?
- …
- ¿Iñaki, lo crees?
- …
- ¡Contéstame! Y no empieces con tus jodidas lágrimas. ¡Se fuerte!
- …

How does it feel / How does it feel / To be without a home / Like a complete unknown / Like a rolling stone ?

“Ese es tu problema, ya tienes 35 años y eres igual de débil que un adolescente. Vas a llegar a los 40 y vas a depender otra vez de tus padres con todo y una hija, porque yo ni creas que voy a estar toda mi vida con alguien como tú. Nunca vas a hacer nada de tu vida, nunca pasarás de lo que eres porque siempre te quedas callado, no contestas. ¡Reacciona carajo!”, gritó Alice encolerizada ante la mirada perdida de su pareja.

Poco le importaban a la mujer las miradas de extrañeza de los pasajeros. Sólo su razón valía y sus excusas eran válidas. Solía creer que siempre hacía las cosas de la mejor manera posible. Nunca estaba conforme con nada, pero tampoco se esforzaba mucho para que todo cambiara.

Iñaki no pudo más y los ojos se le vidriaron. No eran lágrimas de tristeza, eran de coraje, de contener las ganas de gritarle, de contestarle. Su rostro estaba enrojecido y no sabía si era por la pena que sentía al ser partícipe de tal escena, o por haberse aguantado el llanto.

Cuando su esposa lo notó vino el reclamo y la cascada de reproches. Él se secó los ojos volvió a mirar Miranda y le sonrió dulcemente. Los ojos de la pequeña cambiaron su expresiva alegría por una mirada de duda.

You've gone to the finest school all right, Miss Lonely / But you know you only used to get juiced in it / And nobody has ever taught you how to live on the street / And now you find out you're gonna have to get used to it / You said you'd never compromise / With the mystery tramp, but now you realize / He's not selling any alibis / As you stare into the vacuum of his eyes / And say do you want to make a deal?

Él no dijo nada. Sólo se dedicó a recapitular todas las veces que su esposa lo había hecho sentirse mal y los argumentos que ella daba para reprochar su reacción: era más cómodo criticar, llorar sólo por algo que “de verdad” valiera la pena, culpar a los demás de las grandes limitantes en la capacidad para hacer su trabajo y achacar su mala racha al desamparo que le había causado la muerte de su padre.

“Sus putos argumentos de siempre”. Como si Alice leyera sus pensamientos, quiso revirar y sólo atinó a decirle que ella era dura con él por su propio bien, para que nadie se metiera con él ni lo lastimara. “Como si fuera yo un niño, ¡jódete puta!”, pensó con rencor.

Cuando el metro llegó a Plaza España, su pulso se aceleró pues sabía que la discusión o, por lo menos, los malos modos seguirían. Y la historia sería la misma de siempre: reproches, palabras hirientes, lágrimas que eran justificadas “por cosas que valen la pena”, más insultos y finalmente el cambio drástico tratando de arreglar las cosas.

Así fue. Iñaki se sabía el script a la perfección y quizá por eso sentía más cólera, pues a pesar de ello las palabras de su esposa le dolían cada vez más e indudablemente terminaba masacrado en lo anímico.

How does it feel? / How does it feel? / To be on your own / With no direction home / Like a complete unknown / Like a rolling stone?

La historia era la misma: tras el discurso histérico vendrían las lágrimas “justificadas” de Alice, el tenso mutismo por varias horas, el aislamiento de la mujer en su recámara y la soledad de Iñaki con la pequeña Miranda, quien con una mirada inocente le preguntaba a su padre el por qué de su llanto.

Una sonrisa era la respuesta de siempre y así transcurrían casi todas las tardes: la mujer encerrada, librando una batalla con muchos demonios que se negaba a aceptar, mientras esposo e hija permanecían sentados en el sillón, mirando el televisor y abrazados.

Al caer la noche, invariablemente venía el arrepentimiento, cuya brecha se abría con el trillado “¿Podemos hablar?”. Sumido en sus pensamientos, mientras contemplaba a su hija dormida, Iñaki sabía que ese día el límite había sido rebasado. Le dolía y mucho.

Un golpe profundo al cigarro. Humo. Pensamientos. Dudas. Otra fumada. La luz tenue de la lámpara en la sala parecía ser la única guía en el camino que desde hacía varios meses había aparecido en su cabeza.

You never turned around to see the frowns on the jugglers and the clowns / When they all come down and did tricks for you / You never understood that it ain't no good / You shouldn't let other people get your kicks for you / You used to ride on the chrome horse with your diplomat / Who carried on his shoulder a Siamese cat / Ain't it hard when you discover that / He really wasn't where it's at / After he took from you everything he could steal.

“¡Qué jodido eres, Iñaki!”, pensó. Sus manos estaban frías y su mente saturada de imágenes e ideas que, lejos de ayudarle, lo confundían cada vez más; sin embargo, sabía que era el momento de actuar, de comenzar el recorrido a través de ese camino o seguir soportando los reproches de Alice.

Él lo sabía. En poco tiempo ella saldría de la habitación con una mueca que aún o podía descifrar; un gesto que mezclaba un rictus de conformismo, indignación y arrepentimiento coronado con una sonrisa que siempre le había parecido fingida. El ruido de la perilla lo trajo a la realidad.

“¿Podemos hablar?”. Una bocanada de humo fue la respuesta. “Mira, sé que suelo ser muy dura contigo, que soy muy hija de la chingada, pero por favor entiéndeme yo…”. Bla,bla,bla. Las palabras comenzaron a perderse. Iñaki miraba a Alice con aparente atención, la veía a los ojos, pero no entendía nada de lo que decía. Miró hacia la ventana y con la mano le hizo señas para que se callara.

Alice se encolerizó y nuevamente los reclamos e insultos aparecieron. Él ya no la escuchaba, centró su vista en Miranda y con los ojos vidriosos le pidió perdón en silencio al tiempo que la mujer lo jaloneaba y lo sacudía por los hombros; tras ello vino un intenso ardor en la mejilla y el detonante ideal.

El golpe fue seco, perfecto. Sólo fue uno, pero cargado de sentimiento de rencor, de fastidio e irónicamente, de liberación. Alice se quedó muda. Tras ello vino otro que, más que dolerle físicamente a la mujer, la derrumbó del pedestal.
How does it feel? / How does it feel? / To be on your own / With no direction home / Like a complete unknown / Like a rolling stone?

La mirada de odio cimbró a Alice. El semblante de Iñaki había cambiado por completo. “¡Eres una hija de puta! ¿Lo sabes, verdad?”, preguntó con rencor mientras tomaba a la mujer por los cabellos y la metía a la habitación.

“¡Escúchame bien cabrona!, si lo que querías era un marido que te ponga en la madre porque extrañas a tu padre, ¡felicidades! Ya lo tienes aunque sea por un instante”, dijo Iñaki al tiempo que la lanzaba a la cama.

- Y ganas de madrearte no me faltan, pero no soy igual que tú y sólo quiero que te grabes una cosa: si lo que extrañas es tu hogar y las golpizas que tu madre recibía, más vale que comiences a busca por otro lado, ¡hija de puta!

Princess on the steeple and all the pretty people / They're drinkin', thinkin' that they got it made / Exchanging all precious gifts / But you'd better take your diamond ring, you'd better pawn it babe / You used to be so amused / At Napoleon in rags and the language that he used / Go to him now, he calls you, you can't refuse / When you got nothing, you got nothing to lose / You're invisible now, you got no secrets to conceal.

Alice estaba atónita y lloraba. No sabía si su mutismo se debía a la reacción de su marido o al ardor que ya no sólo sentía en la cara, sino también en el alma. Iñaki no dijo más. Cogió su abrigo y azotó la puerta.

Afuera, Miranda permanecía de pie en medio de la sala. Los ruidos la habían despertado. Iñaki la miró, la cargó y lloró en silencio junto a ella.

- Vámonos mi amor. Algún día lo entenderás…
How does it feel? / How does it feel? / To be on your own / With no direction home / Like a complete unknown / Like a rolling stone?

Las luces de los coches golpearon su rostro. Compró un dulce para Miranda, la miró al rostro y le dio un beso en la mejilla. El día agonizaba y, con él, también moría un amor enfermizo que lo había esclavizado al punto de no dejarlo ser él mismo.

En cursivas: Like a Rolling Stone, Bob Dylan; Highway 61 Revisited, 1965

La Presa



La claridad en el cielo le parecía rara. No es que fuera un fenómeno extraordinario, no. Simplemente era un espectáculo que le parecía poco común. Habían pasado poco más de 15 días desde que su perspectiva del mundo había cambiado de forma radical.

Welcome to the jungle, we've got fun 'n' games. We got everything you want. Honey, we know the names. We are the people that can find whatever you may need if you got the money, honey, we got your disease…
“Es un renacimiento y una renovación”, pensó al tiempo que salía del metro y veía ante sí la Puerta de Toledo. Dejó escapar un profundo suspiro y se mezcló entre la gente que, tranquilamente, caminaba rumbo al mercado de El Rastro, ubicado en el pintoresco barrio de La Latina.

Los pensamientos de las nuevas vivencias se mezclaban con el pasado. Recordaba las épocas complicadas, llenas de un sentimiento de abandono y soledad que, hasta ese momento, le parecieron tan estúpidas e incomprensibles.

“Carnal, hay un mundo más allá de estas paredes de cristal que no está esperando”, se dijo para sí mismo al tiempo que recordó la leyenda en una postal que, dos años atrás, un amigo le había regalado con motivo de un viaje a Costa Rica. Sonrió emocionado y se perdió por esa larga calle que conecta hasta la Plaza Mayor de Madrid.
In the jungle, welcome to the jungle. Watch it bring you to your sha na na na na na na na knees, knees. I wanna watch you bleed
“Caña y tapa, 1.20 €”. Sonrío. Era tan increíble ver que se podía comer y tomar cerveza de una forma relativamente barata, claro sin comparar la paridad de moneda. “El que convierte no se divierte”, recordó; buen consejo de otro gran amigo.

El recorrido por El Rastro le pareció familiar. Creyó estar en México, en la Lagunilla. Todo era tan similar: los puestos, el mar de gente, los regates, el movimiento. Inclusive, parecía que por momentos encontraría tacos.

Los puestos le daban mayor colorido al ambiente. Desde la venta de playeras con la frase “Yo amo Madrid”, “Que la Marihuana esté contigo” (con una caricatura de Yoda fumándose un cigarro verde), hasta la peculiar cara de Heidi, pintada como Gene Simmons, rodeada del círculo de fuego que aparece en el álbum Rock n’ roll Over, de Kiss, y con la leyenda “Heidi Metal”.

El sentimiento de añoranza quería manifestarse; sin embargo, todo se compensaba con el ambiente y lo que él conllevaba: el lugar, la ciudad, la gente y los muchos lugares donde se podía comer bien y tomarse un par de cervezas.

“Pnme una caña cuando puedas”, dijo sonriente. “Ah, y una ración de oreja”, agregó.
Con gritos, el cantinero hizo el pedido. La caña llegó en seguida. Un trago bastó para tomar la mitad del vaso. “Esto es negocio, así como todos toman aquí, tranquilamente se toman cuatro y ni quién diga algo”, pensó. Pidió otra caña.

“Cómo llego a la Plaza Mayor?”, preguntó al hombre que atendía la barra.

“Coges la calle de Toledo y sigues de frente. Al fondo te encuentras con ella. Mexicano, no?”, contestó sonriente el encargado de la tapería, calificativo con el que se conocen a este tipo de lugares en España.

Le parecía rara la reacción, pues había escuchado que los españoles eran oscos y parcos. Éste, al menos, no lo era.

“Sí, soy mexicano”, contestó tras darle otro sorbo al vaso. El lugar aunque pequeño, era cómodo. En las paredes se veían carteles de corridas de toros.

“Corridas de toros! Jajajajaja. Hombre! Que ni se te ocurra decir eso de corridas en otro tema. Es una mala palabra tío!”, dijo el hombre de la barra.

- ¿Por qué?
- Porque eso quiere decir que eyaculas. Imagina que le dices a una chica: Tía, que te invito a una corrida! Te da un tortazo!

La carcajada fue inevitable. El acento y la gracia con la que aquel español le contaba las contras de usar aquella palabra le causaban gracia. “Seguramente así han de pensar de mi acento”, pensó.

Con la vista recorrió el lugar. La decoración taurina le daba ese toque ibérico inherente. En la barra, las personas discutían acerca del último partido del Real Madrid, otras más sobre los planes económicos de José Luis Rodríguez Zapatero y el resto simplemente era un bullicio con acento español en el cual sólo se distinguían los “joder”, “tío” y el “que me has…”.

Se extrañó de ver el piso del lugar lleno de servilletas desechables usadas. Le daban un aspecto sucio al lugar; sin embargo, recordó uno de los primeros consejos que escuchó desde que llegó a España: si entras a un bar y el piso está lleno de servilletas, significa que el sitio es bueno, pues va mucha gente a comer.

“Qué no chinguen! de menos que contraten a un cabrón para que le dé una barridita. Es más, por unos euros yo lo hago”, se dijo para sí mismo y sonrió.
Welcome to the jungle, we take it day by day. If you want it you're gonna bleed, but it's the price you pay. And you're a very sexy girl
Quizá por el gesto involuntario o inconsciente, nunca lo supo, pero se sintió observado. Volteó a su derecha y se encontró con esa mirada azul intensa. ¿Choque de sonrisas? No lo supo. Al principio pensó que estaba confundido.
That's very hard to please. You can taste the bright lights, but you won't get them for free in the jungle. Welcome to the jungle feel my, my, my serpentine. I, I wanna hear you scream
“Es a mí? no creo”, pensó y miró si no era para el cantinero o alguna otra persona. La chica no pudo disimular su risa ante el desconcierto. Era una rubia con mirada profunda, el cabello, aunque atado, caía en coleta sobre su hombro izquierdo, los labios delgados estaban perfectamente delineados por un carmín discreto.

La blusa negra acentuaba lo blanco de su piel. Bebía con elegancia y de vez en cuando “picaba” las patatas bravas que había en el centro de la mesa.
Welcome to the jungle. It gets worse here everyday. You learn the live like an animal in the jungle, where we play if you got a hunger for what you see. You'll take it eventually. You can have anything you want, but you better not take it from me
La escena lo paralizó. Era evidente que ese tipo de cosas no le pasaban, al menos no en su realidad. “No mames, ¿será puta?”, se cuestionó aún incrédulo. Era imposible, desde su perspectiva, que una mujer así le sonriera y le flirteara aparentemente por pura atracción.

“Sí, debe ser puta. Es mucha suerte”, se dijo ensimismado. Midió el terreno. No se veía nadie cerca, lo que lo hizo confirmar su teoría respeto a la supuesta moral relajada de la rubia. Otra sonrisa de la chica, que no dejaba de mirarlo, lo cimbró.
In the jungle. Welcome to the jungle. Watch it bring you to your sha na na na na na na na knees, knees I gonna watch you bleed
And when you're high you never ever want to come down, so down, so down, so down, so dooooowwwwwn.
Yeah yeah yeah!
Es de sobra decir, que le afloró el gran mal del mexicano post hispánico: le dio miedo y dudó en acercarse. Titubeó, se acobardó, se pandeó, se chiveó. El cantinero rompió su diálogo y lucha interna

- Te pongo otra caña?
- Sí, gracias
- Retiro los vasos

“Los vasos!”, dijo en voz baja. Clavó la mirada en la mesa, había dos. “Viene acompañada”, susurró. La caña había llegado. Dos tragos y un cigarro aligeraron la tensión. El olor a tabaco estaba por doquier y los hilillos de humo parecían llevarlo hasta la rubia.

Otro trago de cerveza. “Vas! Total, qué pedo!”, pensó decidido. Justo en ese momento llegó a la mesa otra mujer. Era de estatura media, cabello negro y piel trigueña. Sus ojos eran verdes, aunque quedaba la duda si era su color natural o usaba pupilentes. Vestía jeans azules y botas negras y un abrigo oscuro.

Freno y reversa. Las mujeres hablaron entre sí. No era español, ni inglés. La rubia dijo algo, sonrió y lo miró fijamente. La trigueña volteó, lo miró y sonrió con complicidad.
You know where you are? You're in the jungle baby. You're gonna die!
In the jungle. Welcome to the jungle. Watch it bring you to your sha na na na na na na na knees, knees I gonna watch you bleed
No supo qué hacer. Sintió mucho calor en la cara y se imaginó rojo. La rubia se levantó, tomó su bolso, la chamarra y se dirigió a la puerta, no sin antes voltear y decirle adiós con la mano al tiempo que guiñaba el ojo.

“Eres lento, latino. Conquistaste a mi amiga y no hiciste nada”, dijo la trigueña al acercarse a pagar. “En la selva, te morirías de hambre. Se te fue la presa. Suerte para la próxima”, reiteró la mujer de cabello negro al tiempo que le tocaba la mejilla.

- Tío, quizá tú eras la presa. Bienvenido a la jungla! Te pongo otra caña?
- Mejor la cuenta, dijo frustrado.
In the jungle. Welcome to the jungle. Feel my, my, my serpentine
In the jungle. Welcome to the jungle. Watch it bring you to your sha na na na na na na na knees, knees. I gonna watch you bleed. In the jungle. Welcome to the jungle. Watch it bring you to your, it' gonna bring you down-HA!
La tarde caía, la Plaza Mayor lo esperaba y la frustración en el terreno amoroso… esa se quedaba. “Como siempre”, pensó y se perdió entre las calles mientras tarareaba “Jungle, welcome to the jungle…"

En cursivas: Welcome to the Jungle, Guns n' Roses; Appetite for destruction, 1987

La mente abismal

Mi foto
Madrid, Spain
"Pese a todas sus imperfecciones, admiro al ser humano... soy un humanista, tal vez el último" John Milton (Satanás), El Abogado del Diablo

Sobre el abismo...

Pareciera tarea fácil definir o explicar qué es un abismo; sin embargo, la palabra encierra muchos conceptos. La explicación más simple y común lo define como "Infierno"

Hay quienes lo catalogan como un "gran espacio peligroso, cuya profundidad es vasta".

Otra definición lo califica como algo "inmenso, insondable o incomprensible" o también se le considera la "gran diferencia u oposición entre personas, ideas o cosas".

¿Acaso no todos esos calificativos describen nuestra realidad?

No es sino el propio humano quien ha acrecentado el tamaño del abismo con sus contrastantes sentimientos y cambios de humor.

Irónicamente estamos en medio de un vacío, rodeados de personas tanto o más solitarias que nosotros mismos.

Seguidores

Eres el visitante